El el blog de la Srta. Psylocke ella habla de la discriminación hacia los hombres de mata larga. Creo que tiene toda la razón, esta discriminación no encaja en ninguna categoría común, ya que los hombres de cabello largo, ni todos son darketos, ni emos, ni fresas, ni nada, hay de todo, si tal vez abunden en algunos grupos más que en otros, pero aun así creo que la discriminación de la que habla es además de real sufrida por el autor de este blog en alguna época y por conocidos ex matalargistas.
Por ahí de 1997-1998; La copa del Mundo de Francia estaba en voga, el fútbol en ese tiempo me ilusionaba de una manera muy distinta a la actual, pero bueno eso necesita un post completo para describirse, el punto es, que siempre ha habido ídolos del balón pie o rockeros de gran fama con la usando una abominable “Mata Larga”, así que como buen morrito de 15-16 añitos me dedique a dejarme crecer el pelo. Lo cual era envidia de mis compañeritas principalmente por mi “lacio baba natural” del cual siempre dudaron.
Pensaban que me planchaba a diario, lo cual si aquellas me conocieran más sabrían que eso es totalmente imposible.
El aguantar burlas sobre el cabello largo, reproches de los profesores, sobre lo "nena" que te veías, que solo te faltaban los aretes y desmanes por el estilo se volvían cosa de la vida diaria los cuales a un matalargísta aguerrido como lo era yo no causaban la suficiente presión para cambiar de look.
Así pasaron los días, hasta que en uno de ellos me dirigía a mi casa conducido por mi mejor amiga Holandesa en su feroz motoneta y al brincar un tope, aterrizando en un charco de aceite este nos hizo volar de la motoneta...
Aunque el accidente ocurrió a baja velocidad el golpe no era algo divertido, pero lo que mas me molesto no fue la caída sino lo siguiente:
Un incauto preguntó: —¿Están bien jovencitas?, ¿No se lastimaron?
¡Error!, ¿Porqué coños me llamo jovencita? —Pensé
—¿Cual Señorita?, Interrumpí con la voz ronca, más fingida que pude haber hecho a esa edad.
—¡jajaja disculpe Jóven es que con esa mata!
Aunque no lo crean, por el golpe y la situación de mi amiga deje de pensar en el comentario, así que no pasó a mayores. Ni tome represalia alguna contra el incauto en cuestión.
Dos semanas después, caminaba tranquilo a la parada del camión de regreso a mi casa, cuando escucho:
—¡Ve nomas que buenas nalgas!— Exclamo un hijo de su chingada madre.
Gire la cabeza… y el tipo con cara de asombro le dijo a su amigo:
—¡A cabron si es hombre güei!.
Mi reacción fue mirar al cielo, y mover la cabeza pensando en todas las maneras como debería morir y sufrir de una muerte lenta y terrible el idiota ese.
Y si queridos lectores, esa fue la poco amistosa manera por la cual, en lugar de dirigirme a mi casa, fui directito a la peluquería por un cambio de look.