jueves, 24 de abril de 2008

Luna llena de Abril



Parecía una simple noche cálida de Abril. Los dos jurábamos que en alguna etapa de nuestras vidas ya nos habíamos encontrado, aunque sin saber ni como o cuando… a mis adentros creía imposible haber podido olvidar esos ojos llenos de ternura y honestidad, pardos a la luz de la luna llena que entraba por el ventanal del cuarto donde abrazados bailábamos lentamente.

Detrás de nosotros y sobre la mesa había un ramo de flores que horas antes le había regalado y que ahora gozaba fresco y colorido dentro de un improvisado florero. Las flores, celosas de su hermosura impecable, observaban con añoranza y desdicha nuestra alegría interminable, casi las sentía suspirar indignadas.

Bajo la luna me contabas tus sueños y mientras te veía a los ojos, susurrabas lo feliz que te hacía mi compañía. Mi rostro alegre esbozaba una sonrisa tan honesta que resultaba inocultable, majestuosa y vivaz. La música de fondo era tranquila y sin dejar de bailar con tus brazos alrededor de mi cuello, nos besábamos sin prisa.

La parcial oscuridad mitigaba cualquier sensación ajena al olor de tu piel y el calor de tu cuerpo. Ambos, se movían al unísono, al compás de la música que le daba el toque perfecto a la noche, una noche cálida y tranquila.

Al mirar la luna en todo su esplendor solo me restaba gozar el momento y pensar que nunca se terminaría esa canción.