Los invito a que lo intenten, resultó divertido, lastima que metí mi texto horas después de cerrada la convocatoria y van a tardar un poco más en publicarlo.
He Aquí mi primer Metatexto Ejercicio 7:
Ella era preciosa, tenía unos ojos azules que combinaban perfecto con su su canesú y apenas 16 años. Vivía en una burbuja de donde solo podía ver el mundo. Tenía una enfermedad mortal que estaba poco a poco terminado con su vida.
Nunca había podido salir de esa burbuja que abarcaba la mayor parte de su casa. Vivía con sus padres, los cuales la cuidaban todo el día con temor a que enfermase. Sabía que su cuerpo carecía de fuerza ante la menor enfermedad.
Siendo solo un niño siempre quise conferir las historias que contaban en la cuadra sobre la muñeca de azul. Quise verla con mis propios ojos, así que emprendí su búsqueda, sabía que no podía tocarla, ni salir de su burbuja.
La reja de madera de la parte trasera de su casa estaba formado por 6 tablas en forma vertical, las brinque, al llegar al otro lado sentí que mi corazón aceleraba su ritmo de solo imaginarla, ¿Sería tan bella como decían?.
En exactos 32 segundos había invadido propiedad privada y la privacidad de mi muñeca y su familia. No me importo un comino. La puerta trasera daba a la cocina, pasé rápidamente con cuidado de no hacer ruido.
Al verla ahí sentada triste en su cama, con la mirada vaga y distraída contuve la respiración mientras observaba atónito sus tremendos ojos azules y su piel rosada como un atardecer de mi natal Quintana Roo.
Al verme me dijo que me había estado esperando. Sin dudarlo entre en su burbuja la tomé de la mano y la jalé en dirección hacía el patio trasero. Me dijo que prefería morir en mis brazos que encerrada en una burbuja donde tarde o temprano llegaría su final.
Al salir de la casa observó por primera vez la majestuosa luna y el cielo estrellado de Abril. Con lagrimas en los ojos me besó tiernamente.
El primer síntoma de dolencia era su nariz constipada. -Quiero ver el mar- grito con emoción. Corrimos varias cuadras y llegamos a la playa, su semblante no podía ya ocultar el dolor que soportaba en su cuerpo. Llorando se desvaneció en mis brazos. Ya amanecía. La lleve de regreso a su casa cargada entre mis brazos mientras sentía como su respiración se disolvía en la brisa.
Dejé su cuerpo inerte sobre su cama. Su sueño se había cumplido y el mío también. Nunca nadie sospecho de mí.
Arrodillado, rogué a las animas por volverla a ver.