Caminando en la vida me di cuenta que es fácil pasar del cielo al infierno en unos cuantos pasos…
Las religiones hablan siempre del cielo y del infierno, conceptos que casi todos tenemos claros, conceptos humanizados del bien y el mal; puro y obediente a dichos dogmas que parecen inequívocos e inamovibles a sus valores o antivalores.
Así me he dado cuenta que mucho de ese sentido filosófico entre estas expresiones extremas ya sean del “bien o del “mal” están simplemente entre nosotros, cabalmente unidas al día-día que se transforma en cualquiera de estos. A veces incluso las transiciones nos llevan más allá, tan allá que pasamos por el limbo de donde al salir caemos nuevamente en el juego del cielo al infierno en un solo paso, comentario, acción o reacción, todo esto fraguado en un sentido mundano de la percepción misma de los hechos que turbados por nuestros pensamientos y sobornados por nuestro juicio conllevan en la vida misma.
Por en cuanto y fiel a este pensamiento las transiciones carnales, diurnas o nocturnas durante nuestra vida terrenal son tan vastas y tan peligrosas como caer en aquel averno que nos imaginábamos en catecismo.