
Mientras alguien tal vez lea esto, yo estaré haciendo mi examen CENEVAL sin preparación alguna, ni un futuro prometedor...aunque dicen "Dios proveerá" ¿Será?.

No importa si comienza o si acaba, tampoco importa si se siente bien o mal, o mucho menos si te pela el alma. Lo único que quiere es amarte, lo único que siente es tu vida, lo único que le enloquece, es tu síndrome de vivacidad pulcra, lleno de espasmos de maravilla sideral.
Un algoritmo de incontinuidad caótica de pasión fermentada, un llano entero, luminoso y pálido.
Su hermosura asimétrica era impactante y balanceada. Era una Diosa. La naturaleza misma se ponía celosa de su belleza. Cuando ella se acercaba a las flores, se marchitaban de envidia, los lagos se evaporaban malhumorados, el mundo se colapsaba lleno de rabia.
Y ella simplemente no lo soportaba, no sabía porqué, pero desde que creó el mundo, su mundo, se desvanecía ante sus ojos.
Desde que tenía uso de razón, había tenido que soportar la ira y la envidia descomunal por su hermosura.
Era imposible que tuviera amigas, tampoco podía tomar una rosa en sus manos o bañarse en un arroyo. Sus propias creaciones se volcaban ante ella furiosas.
Agradecida al fin y desbordante de algarabía y bajo fanfarrias, cambio la visión de su antigua desgracia, aquella que sufrió por cinco eternidades y optó por no volverse a revelar jamás, se desintegró en trillones de partículas que se esparcirían por su mundo generando brotes de hermosura con desplantes divinos que luego fueron llamadas mujeres.